Galería Norte Verde

Olaya Pazos

NOMBRE: Olaya

APELLIDOS: Pazos

LUGAR DE NACIMIENTO: Gijón, Asturias

FECHA DE NACIMIENTO: 1978

PROFESIÓN: Artista

Volvemos a hablar de fotografía en Fichados. A Olaya Pazos la conocimos en 2015, cuando fue seleccionada para participar en el Festival Incubarte 7 por tres de las imágenes que componen su serie Viento, que previamente había mostrado esta autora gijonesa en el Centro Cultural Valey de Castrillón. Incidía, en aquellas obras, en las analogías entre ese viento y el tiempo: el primero erosiona el paisaje y, nuestras memorias, nuestra percepción de lo real. Ambos, en definitiva, se abordaban en esos trabajos como agentes modificadores de escenarios y recuerdos en evolución constante: si la fotografía inmortaliza, ella elegía en ese caso hablarnos de levedad.

Licenciada en Comunicación Audiovisual y en Publicidad y Relaciones Públicas y formada en fotografía en EFTI y La Petite École (también en dibujo experimental en la Central Saint Martins de Londres), ha presentado muestras individuales en la Rúa Nova y el Hostal Reyes Católicos de Santiago de Compostela; el Centro Municipal Gijón Sur, el Centro Cultural Municipal La Arena y la Fundación Alvargonzález de Gijón; la Casa Municipal de Cultura de Avilés, el Centro Cultural Juan de Mairena de Tapia de Casariego, el citado Centro Cultural Valey y el Espacio Ciento y pico madrileño. Sus colectivas le han llevado a espacios como la Fundación Adolfo Domínguez y el Hotel One Shot, de nuevo en la capital; el Palacio de los Verdugo en Ávila, Can Basté (Barcelona), Container-Art (Sevilla), el Copenhagen Photofestival y el mencionado Incubarte.

De Olaya supimos por su fotografía, pero también ha llevado a cabo proyectos teatrales y fílmicos: se estrenó como directora de fotografía con el corto Patatas (2012), Premio Nuevos Realizadores en el Festival de Cine de Gijón, y su primer cortometraje como directora, Un lugar para Zoe, fue escogido igualmente en diferentes citas internacionales. La casa de cristal, el segundo del que ha estado al frente, ha participado igualmente en varios festivales en 2020 y este año y, asimismo, se ha adentrado en la pintura, en óleos delicados de cromatismo muy sutil.

Olaya Pazos. Viento, 2014

Nos explica Pazos que su interés por lo artístico, en un sentido amplio, nació en la infancia y que sus estudios le proporcionaron cauces para esa inquietud temprana: Desde niña mi refugio y mi forma de expresión han sido el dibujo, la pintura u otras disciplinas, como la fotografía y el vídeo. Inevitablemente he ido profesionalizando lo que podríamos llamar instinto o vocación, formándome y aprendiendo.

Uno de los asuntos fundamentales en su trabajo lo encontrábamos en la citada serie Viento; era el de lo efímero. Se refiere también a paisajes, recuerdos y sentimientos; enumera como temas vertebradores de su obra la naturaleza, el paso del tiempo, la identidad y la memoria, las emociones y afectos.

Olaya Pazos. Viento, 2014

Sus referencias van más allá de lo puramente artístico (menciona el cine, los libros, gente a la que admiro, la familia) y la cámara es su principal herramienta de trabajo (Me siento bastante cómoda con la fotografía. La vida parece mejor a través de una lente). Pero, como decíamos, no es la única: además de esos cortos en los que ha trabajado, ha llevado a cabo piezas audiovisuales de carácter lírico inspirándose en textos de Françoise Sagan, Xosé Bolado, Paul Auster, Alessandro Baricco, Rosalía de Castro y Carmen Laforet; los ha llamado cápsulas.

Dirigirá muy pronto, asimismo, la obra teatral HELSINKI y es autora de las fotografías, los carteles y los trailers de las piezas, igualmente escenográficas, La Herencia y Afterwork, escritas por David Barreiro.

Entre sus proyectos estrictamente fotográficos, subraya la importancia de Viento (2014), seleccionado para los Visionados de PHotoESPAÑA y realizado en Camargue (Francia): Define bastante mi mirada, habla del camino paralelo que llevan los recuerdos; en un momento dado dejan de pertenecernos, no se parecen ya a lo que fueron.

Olaya Pazos. Viento, 2014

Queremos incidir igualmente en su talento en el género del retrato y destacar el proyecto Mujeres en la alfombra roja en Camboya (2016), su acercamiento a la vida rural en aquel país, lejos de las zonas turísticas, y a las niñas, jóvenes y ancianas que encontró en el camino, a menudo sumidas en la pobreza extrema. En palabras de la artista, quería captar la presencia constante de esas mujeres camboyanas en contraste con su escasa visibilidad en la vida pública. Había algo simbólico y lírico en esa tierra rojiza que impregnaba su ropa, su pelo y su piel, su mundo. Esa tierra estaba en ellas, en su forma de vivir, también en su silencio. Eran mujeres sin nada sobre la alfombra roja.

Al campo también nos lleva Solitude, una serie en la que el paisaje no es contingente en el relato de las imágenes sino protagonista; un paisaje creado a medias por la naturaleza y por la mano humana y determinado también por nuestra mirada: Torres de alta tensión, silos, reclamos publicitarios, cobertizos o postes telefónicos se funden con campos de maíz, colinas o árboles recortados en el cielo del atardecer.

Ante la mirada del observador, este paisaje que se despliega a ambos lados de la carretera es un universo de líneas, formas y colores que explican la realidad orográfica, social y cultural del camino. No se trata tan solo, sin embargo, de un mero desplazamiento espacial, sino que en él se halla el tiempo que habitan los recuerdos, pues se trata de un viaje marcado por la nostalgia del regreso a casa, expresada en la soledad que emana de los campos yermos, en la infinidad del cielo, en el aislamiento de árboles y construcciones.

Frente a la solidez del paisaje, se plasma en las fotografías la mirada líquida del observador que ve las figuras difuminadas por la velocidad y que se refleja también difuminado en el cristal desde el que escruta un paisaje que ignora su presencia transitoria. La metamorfosis del paisaje transmite también el cambio interior y el existencialismo de quien añora lo que deja atrás cualquiera que sea el rumbo escogido.

Solitude evoca el sentimiento humano a través de un paisaje deshumanizado; solo un elemento físico permanece, aquel con el que el observador se identifica y que refleja la ausencia, la nostalgia, la soledad y lo efímero.

Por último, Cucú, que fue finalista en Nexofoto y seleccionado en la iniciativa Vis a Vis de la Feria FIEBRE, evoca la niñez y profundiza en cómo la maternidad transforma lo recordado: Cucú es la exploración de las memorias a partir de la aparición de un hijo. Los recuerdos se diluyen y comienzan a crearse unos nuevos habitando antiguos espacios propios de mi infancia. Otros asuntos aquí abordados son las fronteras entre el tú y el yo, las nuevas intimidades y el poder de revisitar lugares remotos en nuestro álbum familiar.

Preguntamos a Pazos qué será lo próximo: Estoy trabajando en varios proyectos, de fotografía y pintura. Trato también de dar forma a una novela con la que llevo algún tiempo y estoy avanzando en un proyecto audiovisual. Lo más próximo se materializará en una obra de teatro: “Helsinki”. Es un texto escrito por David Barreiro que estoy dirigiendo y que se estrenará en los Teatros Luchana de Madrid, en noviembre. Es un gran reto al que se han sumado grandes artistas y en el que estoy volcando varios de mis intereses y experiencia.

Conoced mejor a Olaya, aquí: www.olayapazos.com

Olaya Pazos. Viento, 2014

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