Penumbra es una película de Julian Rosefeldt que podemos ver en la galería Helga de Alvear. Ante las preguntas ¿Qué aspecto tiene el pasado de un futuro distante? ¿A dónde conducirán al ser humano las fuerzas del neoliberalismo, el cambio climático, el populismo y la auto-explotación de las redes sociales? Penumbra no es ciencia ficción, sino que muestra, a través de un escenario ficticio, el lugar donde nos encontramos ahora mismo y nos ofrece un marco para esta reflexión: ¿Quién estará aquí cuando ya no existamos?
Penumbra, al igual que otra de las grabaciones de la artista, In the Land of Drought, de 43 minutos, se centra en “lo que vendrá después de nosotros” y aborda la relación entre el hombre y el impacto que éste tiene sobre el mundo, echando la vista atrás desde un distante futuro imaginado en el posantropoceno, una época que es el resultado de la significativa influencia humana sobre el planeta. Esta vez, parece que la especie humana ha dejado la tierra de forma definitiva, probando su suerte en un lejano y desértico planeta híper-urbanizado. Al parecer, de nuevo, las cosas no fueron bien en la colonia extraterrestre y solo algunos emplazamientos espaciales, construidos frenéticamente, parecen ofrecer cobijo. Sobre la superficie del planeta vemos mega-ciudades abandonadas en un paisaje distópico, además de campos de cultivo circulares situados en las zonas desérticas que las rodean y que sirvieron para nutrir a los últimos habitantes. La cámara sobrevuela el paraje desolador y las megápolis en ruinas de manera meditativa, connotando la vigilancia. Las vistas de satélite/dron/aéreas eliminan la perspectiva humana manteniendo a los espectadores en la distancia durante el transcurso del video.
La película, filmada en una sola toma continua, empieza con una secuencia creada por ordenador en la que la cámara flota a través de la negra infinidad del cosmos estrellado. Sobrepasamos pedazos de basura espacial a alta velocidad hasta que aparece un solitario, amarillento y desértico planeta al que nos acercamos a medida que desaceleramos. Aproximándonos cada vez más, volamos por encima de su seca superficie, intercalada únicamente por las plantaciones circulares creadas de manera artificial, mientras reducimos la velocidad hasta llegar a las afueras de una mega-ciudad abandonada que parece cubrir una gran parte del planeta, como una estructura cancerosa que ahoga a su huésped hasta morir junto a él.
A una velocidad aún más lenta, la cámara atraviesa los infinitos y monótonos paisajes urbanos hasta que llega a sus límites y vuelve a adentrarse en el desierto que continua por detrás. Al fondo, avistamos otro de los círculos agrícolas y nos aproximamos. Allí, después de volar a través de lo que parece una isla forestal artificial, volvemos a imágenes reales tomadas por un dron y nos adentramos en el bosque donde, al final, llegamos a una rave que tiene lugar ocultada en un claro, abarrotada de jóvenes de fiesta y drogados que bailan en una especie de último ritual escapista que les lleva de la luz del día a la noche sumidos en el éxtasis.
Las imágenes a cámara súper-lenta de los extasiados jóvenes que participan en la rave, disfrutando visiblemente en su estado de trance, nos dan una perspectiva optimista y alegre de un mundo distópico en el que, al igual que el absorbente agujero negro de la redes sociales, la única escapatoria para evadirse de una sociedad asfixiante y altamente tecnificada al borde de su propia extinción parece ser un ritual narcisista de evasión total. (Extracto del texto de Julian Rosefeldt).
Artista: Julian Rosefeldt
Fechas: hasta el 20 de noviembre de 2021
Lugar: galería Helga de Alvear
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