Hace un par de días falleció, a sus 96 años, Pedro Labowitz, crítico de arte austriaco-chileno. Su partida nos deja un vacío importante, y su paso por el mundo no deja indiferente a ninguno de nosotros. Su influencia marcará al mundo del arte por muchos años más, pero no podría haber forma mejor de recordarlo que repasar y mantener en nuestra memoria su gran aporte al arte chileno.
Cuando era apenas un niño, Pedro Labowitz llegó a Chile. Desde entonces, comenzó a desarrollar un interés y pasión por el arte influenciado por su padrastro Francisco Otta, de quien heredó su inconfundible ironía, en el que una vez adulto basó su carrera. Dada su interiorización en el arte desde temprana edad, fue capaz de desempeñarse con brillantez como crítico. Con un estilo distinguido, fue capaz de ver más allá de cada artista e interpretar con suspicacia aquellos detalles en las cientas de obras que presenció, gracias a su forma especialmente minuciosa y prolija de ver el mundo.
Pedro fue un reconocido representante de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) de la UNESCO y destacó por su trabajo sin igual como promotor del arte nacional en Latinoamérica. Todo esto, dejando de lado su principal rol como un incomparable crítico de arte a nivel internacional. Sin duda, un hombre del cual estamos orgullosos que fuera parte de nuestro proyecto, que apoyó con su intachable corazón y profesionalismo. Desde el día uno, antes de que Arte Al Límite se consolidara como medio, Pedro criticaba las muestras y exposiciones que luego publicaba en el periódico alemán, contribuyendo a que Arte Al Límite se fuera consolidando en la escena artística nacional. Con el tiempo, comenzó a participar más de lleno en nuestras revistas y periódicos, llegando a incluso formar parte del directorio. No obstante, siendo ya de una riqueza sin igual su colaboración como profesional, el mejor aporte que nos dejó fue su sincera e inigualable amistad, la cual se forjó entre trabajo y trámites y se mantendrá para siempre en nuestro recuerdo.
El arte nacional hoy no sería lo mismo sin él, y le debemos años de crecimiento, madurez y desarrollo en un área que se encuentra en crisis hace bastante tiempo. Su pérdida hoy es un dolor que costará sanar, si es que algún día logramos hacerlo. Como Arte Al Límite, el fallecimiento de Pedro nos deja mucho dolor, pues no sólo perdemos a un gran colaborador e integrante de nuestra revista, sino que perdemos también a un amigo cercano, que extrañaremos cada día.
Un hombre que nos deja tesoros en forma de recuerdos, cariño, columnas y conocimiento, los cuales sin duda se quedarán en las páginas de nuestras revistas, en los estantes de nuestras bibliotecas, y más importante aún, en nuestros corazones agradecidos. Pedro Labowitz nos deja en cuerpo, pero su alma crítica y volcada a la belleza y rareza del arte se mantendrá para siempre en nuestras páginas.
Gracias, Pedro Labowitz, por tu cariño y amistad para siempre incondicionales.
Ana María Matthei, directora AAL.