Galería Norte Verde

Los jardines de Joaquín Sorolla y Esteban Vicente. Una pasión cultivada con amor

Esteban Vicente. Visión, 1995. Colección particular, Madrid

La representación de jardines en la pintura puede rastrearse desde la Edad Antigua con muy diferentes lecturas según las épocas, pero no será hasta mediados del siglo XIX cuando el jardín se convierta en un elemento estético autónomo que sirva de inspiración directa para los artistas. Y no solo de inspiración, sino como campo de trabajo y fuente inagotable para la experimentación, siendo el más claro ejemplo de ello la pintura de los plenairistas e impresionistas. Es de sobra conocida la existencia del jardín de Monet en Giverny y, aunque menos, también los de Gustave Caillebote en Petit-Gennevillers, Emil Nolde en Seebüll, Max Liebermann en su villa junto al lago Wannsee, en Berlín, o Kandisnky en Murnau, por citar algunos. Entre los españoles, Joaquín Sorolla y Esteban Vicente, que son a su vez dos de nuestros creadores más internacionales, también demostraron su entusiasmo por la jardinería, cultivando sus propios edenes y trasladándolos al lienzo.

Es esa pasión compartida la que reúne el trabajo de los dos artistas en “A la luz del jardín. Sorolla-Vicente”, exposición que se puede visitar en el Museo Esteban Vicente de Segovia hasta el 2 de octubre. Concebida como una invitación a pasear por salas llenas de color y luminosidad, que nos trasladan a sus respectivos jardines, la muestra cuenta con 80 obras, siendo la primera vez que el Museo recoge un conjunto tan singular de obras de Vicente procedentes  de colecciones públicas y privadas.

Esteban Vicente (Turégano, 1903-Long Island, 2001) y Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Madrid, 1923) no llegaron a conocerse. Cuando el pintor valenciano murió, Vicente tenía 20 años y apenas empezaba a pintar. Aún así, pese a representar épocas y corrientes distintas, compartieron una misma forma de sentir la pintura a través de la naturaleza que ellos mismos crearon; de las plantas que cultivaron en sus jardines, otorgando un protagonismo especial a la luz a través del color, convirtiéndola en elemento compositivo.

La afición de Vicente por la floricultura se inició cuando era un niño, sembrando, como hacen muchos, semillas de alpiste en un tiesto. Pero sería unos años después, a través de un tío suyo que cultivaba rosas, cuando se despertó en él el deseo, que ya nunca abandonaría, de plantar flores.

Dos obras de Esteban Vicente: Untitled, 1995. Allegra Arts SLU, Madrid/ Esteban Vicente, y Dynamic Rhythm-Bridgehampton, 1970. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid

Como podemos ver en el recorrido por la exposición, un número muy significativo de obras de Esteban Vicente está directamente relacionado con su jardín en Bridghamton, Long Island, donde se había instalado en 1964 junto a su mujer Harriet. Era una extensión de tierra de más de 8000 m² que cultivaron con mimo para convertirlo en un campo de color, plantando grandes extensiones de flores, en las que dominaban los colores favoritos de Vicente: el verde, el blanco, el amarillo y el fucsia. Sería en los últimos años de su vida cuando con más dedicación se entregó a su cuidado, lo que le permitió desarrollar una sensibilidad especial fruto de la naturaleza cambiante. En esta última etapa su pintura se caracteriza por composiciones más abiertas y libres, con una pintura que parece desvanecerse.

De la afición de Sorolla por la jardinería se ha hablado mucho más, e incluso ha servido de temática para exposiciones monográficas como la que entre 2017 y 2018 se presentó en el Centro Cultural Bancaja y en su casa museo, titulada “Sorolla. Un jardín para pintar”. El valenciano concibió su jardín como un reflejo de su propia creatividad, como una obra de arte en sí misma. En Segovia encontramos siete lienzos que nos muestran diferentes rincones de los patios que creó en su casa madrileña. Las obras han sido colocadas sobre lienzos de pared de color rosa, destacando así su presencia en las salas y ofreciendo un interesante juego de relaciones entre sus pinturas y las de Esteban Vicente.

Joaquín Sorolla. El jardín de la Casa Sorolla, 1918-1919. Madrid, Museo Sorolla, inv. 01267

En su caso, fue una estancia en La Granja de San Ildefonso, en el verano de 1907, la que provocaría en él el deseo de tener su propio jardín. A su vez, los jardines andaluces que comienza a pintar en esa época parecen ser también decisivos como fuente de inspiración para las distintas estancias que mandaría construir en su casa, en el Paseo del General Martínez Campos 37, a partir de 1910. Estos son también los años del encargo que recibe desde la Hispanic Society de Nueva York para pintar los paneles de la Visión de España. Los continuos viajes profesionales del artista hicieron que, en buena medida, fuera su esposa, Clotilde García del Castillo, quien se hiciera cargo de todas las cuestiones administrativas de la casa, convirtiéndose en su mayor apoyo también a la hora de ir dando forma a su particular paraíso, como prueba la abundante correspondencia entre ambos, conservada en el Museo Sorolla. Desde 1916 hasta su fallecimiento en 1923, no dejaría de pintar su jardín, como temática en sí, buscando la esencia y la experimentación, o como escenario para sus invitados.

La selección de pinturas escogidas, datadas entre 1916 y 1919, muestran un Sorolla maduro e íntimo. Como indica Ana Doldán de Cáceres, directora del Museo Esteban Vicente y comisaria de la exposición, Sorolla no intenta describir su jardín sino experimentar a través de lo que ve. Le interesa la luz, el color, la atmósfera, potenciando en sus obras lo sensorial y la plasticidad, llegándose a advertir en ellas cierta tendencia a la abstracción.

“A la luz del jardín. Sorolla-Vicente”, proyecto que tuvo que ser pospuesto por la pandemia, cuenta con otra muestra que se desarrollará paralelamente en el Parrish Art Museum de Nueva York, cerca de donde Vicente tuvo su casa estudio, y que podrá visitarse entre el 7 de agosto y el 16 de octubre. Ambas comparten la misma tesis curatorial pero presentan obras diferentes.

El recoleto jardín del Museo Esteban Vicente, abierto habitualmente a los visitantes aunque quizás no todos reparan en su existencia, tendrá este verano un protagonismo especial. Allí descansan los restos de Harriet y Esteban Vicente y en su honor, y como complemento a la exposición, desde el pasado mes de abril se han estado sembrando nuevas variedades que recrean una pequeña parte del jardín americano del pintor, ese que Harriet Vicente prometió mantener en perfecto estado tras fallecer su marido. Así, este nuevo proyecto de ajardinamiento del museo, llevado a cabo por el paisajista e investigador botánico Eduardo Barba y el arquitecto y paisajista Manuel Sánchez, incluye margaritas, aromáticas, flox paniculado fucsia y blanco, agapanthus malva (también conocida como la flor de Peter Pan), rododentdro, hemerocallis, o lirio de un día, además de un rosal trepador, en un guiño al que se sabe que Sorolla tenía en su casa.

A la izquierda, Joaquín Sorolla, pintando en el jardín de su casa en Madrid, ca. 1920. Fotografía atribuida a Arthur Byne. Madrid, Museo Sorolla, inv 80197.1 A la derecha, Esteban Vicente en el jardín de Bridgehampton, 1995, NY. Foto: Susan Cohn

La exposición, cuyo objetivo principal es poner de manifiesto el amor de los dos artistas por sus jardines y la relación directa con sus obras, nos recuerda también que fueron lugares creados como un verdadero homenaje a sus amadísimas esposas, Clotilde y Harriet. En este sentido, Andrew Stein, Presidente de The Harriet and Esteban Vicente Foundation, señala: “Ella era su verdadera compañera. Fue ella la que alimentó su talento y participó en su obra siendo la persona que más veces le inspiró. Los jardines y las flores que pintó no eran solo una exploración de la luz, el color y la naturaleza, sino un homenaje (en todos los sentidos) al amor, la amistad y la alianza que construyó con Harriet durante los cuarenta años que estuvieron juntos”.

 

“A la luz del jardín. Sorolla-Vicente”

MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO ESTEBAN VICENTE

Plazuela de las Bellas Artes s/n

Segovia

Del 23 de junio al 2 de octubre de 2022

 

 

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