Galería Norte Verde

El silencio engendra monstruos. Una conversación con Claribel Calderius

Conversamos con la artista Claribel Calderius sobre arte, sus proyectos, la manera de entender el sector artístico y la vida. Pasen y lean.

¿Quién es Claribel Calderius?

Sigo siendo esa niña de 8 años que aún pinta monstruos que no están debajo de la cama. Soy una mujer adulta que desea pensar y creer en la magia de las cosas, en el valor de la utopía, en la complicidad de los sueños no siempre rotos, en la posibilidad -por peregrina que parezca- de un mundo mejor. Soy madre, esposa, artista, emprendedora, soñadora y también artista. Creo, firmemente, en el poder transformador del arte y en su indiscutible impacto en el reajuste de toda subjetividad. Y creo más, si cabe, en la buena voluntad del ser humano, en su capacidad para redimirse y hacer el bien. Intento ser generosa cada día, intento estar cuando se me necesita. Estar es, sin dobleces, mi manera de corresponder a lo generosa que ha sido la vida conmigo. No sé si esto responde a cabalidad tu pregunta, espero que sí.

Claribel Calderius en su estudio. Cortesía de la artista.

¿Qué implicaciones tiene para ti ser la esposa de un artista como Marcos Castillo?

La verdad es que podría quejarme, pero entonces no sería yo. Lo que he hecho y soy hasta ahora es el resultado de dos, lo que soy y lo que hago es el resultado del amor.  He sido madre full time el tiempo que he necesitado y he querido gracias a él, gracias a su apoyo y a su entrega incondicional. He sido esposa, he sido profesora de arte para niños y soy artista gracias a todo lo aprendido con él. Así que lejos de decir que he estado a la sombra siento que me ha iluminado el camino en 20 años que llevamos juntos. Respeto y aplaudo todas las emancipaciones y los discursos de superación cuando han supuesto una revaloración necesaria de muchas mujeres que han vivido una suerte de tiranía en sus matrimonios. Yo, por el contrario, he sido y soy muy feliz en él. He logrado desarrollarme y crecer en el contexto de mi relación sin que ello me haya llevado a cumplir un programa social o un enfoque sexista reservado a las mujeres. Soy una mujer libre que vive en la libertad del amor y en la complicidad absoluta.

Claribel Calderius en su estudio. Cortesía de la artista.

¿Cómo surge “Los hijos de la Patria»?

Los niños de la patria surgen a raíz de mi intento de llevar arte a los orfanatos en Cuba. Los orfanatos en la isla son un lugar muy obscuro donde no llega nadie porque en teoría no existen. Constituyen un escenario tremendamente cruel sujeto a la más feroz invisibilidad. Siempre ha sido un misterio el tema de los niños huérfanos y abandonados en Cuba. De ahí el nombre Los niños de la patria, para no decir huérfanos, abandonados. En Cuba, como bien sabes, todo se reduce a la mentira y el eufemismo. Cuba es, en sí misma, un gran eufemismo.

Mi intento de llevar arte a estos niños fue muy reconfortante en el plano emocional y también práctico, pues su conducta mejoró haciendo visible una reducción sintomática de los niveles de agresividad. La ira y la furia de estos fue modulando a medida que creaban y que compartían una experiencia diferente. Como comprenderás todo esto ha sido determinante para mí. Casa día de trabajo con ellos era un reto, una alegría, pero también una laceración. Viví muchos momentos extraordinarios con ellos, pero hubo uno en especial que me marcó de una manera tremenda. Ten en cuenta que soy madre y esa es una realidad que no puedo ignorar. Uno de estos niños me pide un día que le lleve una foto suya impresa porque nunca había visto una. Fue doloroso para mí. Pensé en mis hijos y en lo afortunados que son. Pensé cómo es posible que en un país en el que se supone se luchó por la igualdad y el bienestar social existan niños a los que se les niega, incluso, la posibilidad de una memoria. El episodio me destrozó, literalmente. Estos niños no tenían memoria, estaban (y están) exentos de afectos y de arropo. Vivimos la vida agobiando a nuestros hijos llenándoles de fotos y de vídeos, de recuerdos; sin embargo, y tristemente, a estos niños nadie les hace fotos, nadie les hace un álbum de fotos. Sus recuerdos no son atesorados por nadie. Entonces, de esa experiencia y de esa solicitud tan ingenua, surgió este proyecto que me dio la oportunidad de aportar algo en la hipotética construcción de sus memorias y de sus patrimonios afectivos. En este sentido, y aunque pienso que podría hacer más, soy feliz y afortunada. El dolor ajeno sí que me importa, no soy indiferente a él, más si son niños que sufren esa indiferencia. Insisto, soy madre, y esa condición rebasa cualquier otra experiencia de la vida.

¿Dura la experiencia en los orfanatos?

Muy, muy dura, decididamente dura. Hay que aprender a lidiar con esto, hay que hacer alarde de resistencia. No puedes imaginar las contracciones musculares y los ademanes para controlar las ganas de llorar frente a ellos. Y lo peor es que el pensamiento viaja libre, mi cabeza iba a toda velocidad pensando en cuánta falta de amor y de cariño les rodea y les asiste. Me preguntaba siempre por qué los dejaron, por qué los maltrataron. Mi gran incertidumbre y mi dolor personal es cuando pienso en sus vidas futuras y me pregunto si alguna vez podrán olvidar y perdonar. El silencio y la indiferencia engendra monstruos. Pero ellos no son monstruos. Son, con diferencia, los padres y madres que le abandonaron, pero también lo es un estado dictatorial y represor que ha obligado a vivir en medio del terror y del miedo, un estado que perpetró una de las grandes mentiras sociales que yo haya conocido, un estado que celebra hoy el fracaso de todas sus utopías y emancipaciones. Esta experiencia te atormenta con preguntas más que con certezas. Cuando uno de eso niños te pregunta si te puede llamar mamá, hay que tener mucho coraje para aguantar y disimular las lágrimas.

Claribel Calderius en su estudio. Cortesía de la artista.

¿Arte social o retiniano?

Los dos tienen lo suyo. Ambas formas de pensar y de entender el arte y las prácticas artísticas resultan muy legítimas. En mi caso, y aunque me debo a la elaboración de realidades materiales, fácticas, concretas, me cuesta asumir lo retiniano como fin último. Creo que mi propuesta entronca con evidencias que exceden lo visual y se involucran más con una experiencia que, aunque personal, no deja de ser social y colectiva. Cuando produzco obras no pienso en el final, en lo que acabará siendo. Intento, contrariamente, disfrutar del proceso y de los gestos de transformación que en mí misma acontecen en ese hacer.

Las emociones y los afectos parecen ser la base de todo tu trabajo, ¿qué podrías decirme sobre esto?

Pues fíjate que sí. Hace muy poco me di cuenta que lo que hago no es sino el resultado de una búsqueda profunda y de la necesidad de hallar posibles respuestas que no tuve nunca a preguntas que siempre me hice.

Te digo más, mi trabajo en los orfanatos he terminado por comprenderlo como un razonamiento personal y muy íntimo. Inconscientemente me vía en esos niños porque perdí a mi padre cuando tenía apenas 8 años y siempre tuve miedo de que mi hermana y yo pudiéramos quedarnos solas, a merced de otros familiares o de espacios como estos. La obra actual que realizo es también una suerte de reflejo de todo lo vivido.

Cuando decides ser madre, todo cambia. Lo que antes veías de una forma adquiere otros matices. Podría decirse incluso que la maternidad me colmó de felicidad, pero al mismo tiempo me enseñó ciertos límites, me puso frente al espejo de otra manera, me alistó en las filas del miedo.
Siempre estás alerta, expectante. Alguna vez leí que tú eras “un crítico enmadrado”, creo que fue Fernando Castro Flórez quien dijo esto de ti, por lo que sé que eres capaz de entender esto último. Sin discusión alguna, mi trabajo actual refleja otros miedos después de la maternidad…

¿Madre, esposa, emprendedora y artista, cómo gestionas todos estos escenarios de actuación y sobrevives a ellos?

Una alimenta a la otra y todas terminan siendo una. Si disfrutas lo que haces, todo es divertido.

Cuba, ¿una herida?

Es una enfermedad, un cáncer que llevamos la mayoría de los cubanos. La libertad de Cuba es la felicidad que nunca llega, es como si estuvieras en una maratón con una liga elástica amarrada a la cintura con la esperanza de que la liga algún día se rompa. Cuba es, como bien dices, una herida. Y en este sentido el exilio ha sido la única opción para muchos.

¿Qué significado tiene para ti el término libertad?

Lo que creo y pienso sobre la libertad lo escribió Voltaire «No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo». Esta frase lo resume todo.

Cortesía de la artista.

Collage, montaje fotográfico, álbum, tejido, tapiz, bordado, tejido… ¿De qué manera estas formas de expresión y de lenguaje, determinan el sentido de tu práctica artística?

Definitivamente el ser humano piensa como vive y vive como piensa. Cualquier recurso es válido para expresar una idea o un concepto. Dependiendo de cómo me he sentido, y lo que he tenido alrededor, ha salido un producto que llamamos obra. No estoy sujeta a una única manera de hacer, ni pretendo responder a un lenguaje en específico. Me fascina la experimentación y la experiencia.

Redefinamos algunos términos según tu punto de vista
 
Feminismo: No me considero feminista en términos tradicionales y políticos, pero reconozco que las mujeres tenemos un espacio más visible y de mayor resonancia social, en cualquier campo, gracias a la fuerza que ha ejercido el feminismo en los ámbitos de la cultura y la política contemporánea. Creo que todos los extremos han sido históricamente peligrosos. Las militancias, desde mi punto de vista, traen consigo el estigma de la exclusión. Sin ir más lejos te comento que en casa, muchas veces, mi hija se enfada cuando escucha que dicen “eso no lo pueden hacer las niñas, eso es cosa de chicos”. Entonces su padre y yo tenemos que explicarle en qué consiste la evolución del proceso femenino y feminista y cómo la libertad de hacer y de pensar son las grandes virtudes del ser humano más allá del sexo y del género.
 
Poder social del arte: Siempre ha existido y creo que está fenomenal siempre que se haga para bien. El arte tiene la capacidad de transformar y de cambiar el signo de los contextos. Ahora mismo en Cuba hemos podido ver cómo el arte es capaz de rebajar la autoridad de un sistema o al menos poner en crisis algunas zonas de actuación y no pocas de sus maniobras de vejación y de control.
 
Ferias: Las ferias se han convertido en la herramienta más importante de las galerías. Tiene un alcance espectacular, llegan a coleccionistas, curadores, instituciones que tal vez nunca irían a su galería. El mundo contemporáneo, si me apuras, es una feria.

Galerías: Son las novias y novios ideales y perversos de los artistas. Espero entiendas el sentido de mi metáfora e ironía.

Coleccionismo: Cuando comienzas no puedes parar. Me encantaría poder comprar la obra de muchos artistas que me gustan. Creo que, además, es una forma de apoyar la creación, de garantizar la supervivencia y de generar legado. Me encanta ver que cada vez hay más jóvenes coleccionando. Siento que aumenta sustancialmente la conciencia en torno al coleccionismo de arte y la responsabilidad del mismo. Algunos países, incluso, tienen beneficios fiscales para incentivar el coleccionismo y eso ayuda mucho a ambas partes. Me ha tocado a lo largo de mi vida conocer amigas que no tenían idea de arte y comienzan a interesarse, a preguntar y terminan siendo coleccionistas. Esto es algo que he vivido en primera persona por razones evidentes.

La crítica: Necesaria.

Cortesía de la artista.

México, España, Cuba y el mundo, ¿cómo haces para vivir y producir obras en estos contextos?

Cada sitio me ha dado algo. Cada uno, de manera diferente, me ha nutrido y me ha llevado por el camino que quiero. Cada cambio te saca de tu zona de confort y te abre un universo lleno de preguntas y eso es necesario, al menos para mi tener miles de preguntas, aunque nunca llegues a encontrar todas las respuestas.

¿Cómo definirías tus trabajos más recientes?

Como un ejercicio de liberación. Una liberación total donde finalmente suelto la rabia, la irá, los miedos. Es como una suerte de adicción necesaria. El día que no voy al estudio siento que perdí un día de mi vida. Estoy muy conectada con lo que hago.

¿Próximos proyectos?

Por rigor no te puedo revelar en lo que estoy trabajando. Pero sin duda alguna habrá sorpresas. Me remito a aquella lapidaria sentencia martiana que dice “Hay cosas que para lograrse han de andar ocultas”.

 ¿Feliz?

Siempre saco lo positivo de todo, especialmente de las cosas más duras y tristes que me han pasado en la vida. La felicidad es una decisión. Yo decido ser feliz.

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