Galería Norte Verde

Entrevista a la pintora Anka Moldovan

Anka Moldovan (Cluj-Napoca, 1976) es una pintora figurativa de origen rumano, la cual reside en España desde niña. El fuerte vínculo de su familia con el país natal hizo que las estancias en Rumanía se volvieran asiduas, hasta tal punto de que Moldovan convivió por igual con las culturas española y rumana.

Anka Moldovan pintando. Fotografía de Samuel de Román. Cortesía de la artista.

La pintora, que ya amaba el arte durante su infancia, aprovechó para conocer la técnica tradicional de los iconos ortodoxos en talleres de profesionales en Rumanía. Asimismo, los libros de arte la acompañaron desde siempre y todavía los utiliza a menudo. En España, Moldovan se nutrió de las enseñanzas proporcionadas por los pintores Francisco Molina y Guillermo Oyagüez. La artista se licenció en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid en 1998, lo que enriqueció y consolidó su corpus teórico a la hora de enfrentarse al arte.

Sin embargo, Moldovan no se centró exclusivamente en el ámbito pictórico. Tras la carrera, colaboró con el productor y director de televisión Valerio Lazarov, así que permaneció en el mundo de la cultura. Sin embargo, luego se comprometió en temas sociales dentro de la Comunidad de Madrid y culminó como diputada de la Asamblea de Madrid; cargo que ejerció dos años. Durante más de un quindenio, Moldovan continuó su trayectoria como pintora, creando y exponiendo en localizaciones diversas, verbigracia, Madrid, Oporto, Nueva York o París. Incluso, ha ganado reconocimientos al estilo de los obtenidos en la VII Bienal Internacional de Pintura de la Fundación Araguaney, el Primer Premio en la II Edición de Arte en la Red, Casa América, el Premio del Público en el Salon de peinture Roumanie contemporaine de París o la Medalla al mérito por la contribución a la imagen de Rumanía en el mundo, otorgada gracias al Gobierno de Rumanía.

Anka Moldovan. Bosque animado, 2008. Cortesía de la artista.

Desde su llegada a Asturias en 2019, la artista se está volcando por completo en la pintura, materializando sus ideas y exhibiendo obra, recientemente en la exposición Éter: Anka Moldovan, que tuve el gusto de comisariar. A continuación, presentamos la entrevista a Anka Moldovan, a través de la que conoceremos muchos más detalles de la vida y obra de la pintora.

PAC – Anka, considero que cultivas una pintura muy personal que es capaz de aunar distintas influencias y reflexiones. Coméntanos más sobre las bases de tu arte.

Anka Moldovan – La cuna de mi pintura es el arte bizantino. Crecí rodeada de iconos porque mi padre es sacerdote ortodoxo. La cotidianidad de ver el interior de las iglesias y monasterios pintados, el inmenso tamaño de las figuras representadas en las paredes, los colores brillantes, las bóvedas de oro… Todo eso me creó fascinación desde pequeña.

Más adelante, aprendí la técnica de los iconos bizantinos y posteriormente, tras estudiar historia del arte, sentí inquietud por temáticas nuevas. Decidí tomar un rumbo nuevo trasladando lo sagrado a un campo profano, buscando un estilo propio centrado en el ser humano tanto como individuo como en su conjunto.

Mis referentes artísticos son múltiples y muy variados en los que el ser humano siempre está representado. Me interesan el teatro, el cine, la pintura pompeyana, la violenta belleza de Ribera, la locura inquieta de Baba, la inmensidad cromática de Rothko, la calma luminosa de Grigorescu, las pasiones de Bill Viola, las atmósferas de Turner, el desgarro de Francis Bacon, y un largo etcétera.

Anka Moldovan. Toaca, 2018. Cortesía de la artista.

PAC – Nos gustaría conocer cómo empezaste en el mundo del arte y qué es lo que te motivó para estudiar la licenciatura en historia del arte.

Anka Moldovan – De pequeña pasaba los veranos en la casa de mis abuelos, en un pueblo rural de la Rumanía comunista de Ceaușescu. Allí, la luz se iba con frecuencia y mi abuela encendía velas por la casa, que creaban sombras gigantes proyectadas en la pared que yo perfilaba con lo primero que tuviera a mano: lápices, tizas, carbón, queriendo imitar los muros de los templos ortodoxos. Aunque a mi familia no siempre le hacía demasiada gracia que “decorara” las paredes, recuerdo con mucho cariño haber tenido siempre más lápices de colores que muñecas o juegos.

El arte siempre me apasionó y eso despertó en mí un interés por querer aprender otras técnicas, más estilos y entender la evolución de la sociedad y la cultura a través del arte y sus manifestaciones, lo que me motivó a estudiar historia del arte.

Anka Moldovan. Ofelia, 2012. Cortesía de la artista.

PAC – Está claro que la dimensión humana es lo más trascendental en tu trayectoria. Los personajes, acompañados o en soledad recorren tus piezas. ¿Qué temas te gusta abordar?

Anka Moldovan – El ser humano es el tema principal, el protagonista de cada obra.

Cuando lo represento de lejos, aparece en conjunto, en multitud, situado en no-lugares; escenarios indefinidos, plurales, en los que se entremezclan historias cotidianas, soledades compartidas, búsquedas de anhelos, vida. Cuando me aproximo a las figuras para pintarlas más de cerca, aparecen otras facetas donde se puede apreciar la belleza, la calma o la reflexión.

Además, a veces me centro en temáticas que despiertan mi interés y las reinterpreto adaptándolas a mi propio lenguaje, como Ofelia y Toaca.

Si profundizo y doy un paso más, para tratar de pintar de piel para adentro al ser humano y alcanzar a expresar emociones más profundas, aparece un mundo más oscuro y complejo. Ahí es donde asoman esos monstruos que a veces nos visitan, y aparecen en forma de horror, de temor, dolor y también de ternura desde un sentimiento dramático.

A cada una de estas tres aproximaciones se suma la importancia del aire, que las envuelve y define. El aire, como elemento de construcción que detalla o descompone la figura a través de las múltiples capas de pintura. La niebla me permite crear escenarios atemporales, creando una atmósfera vibrante, coloreada, con matices y recreada por texturas, dejando entrever brumas, lluvias o reflejos.

Desde el punto de vista técnico, lo bonito de tratar de pintar el aire es que, aun dentro de un estilo figurativo, puedes acercarte a los límites de la abstracción.

Anka Moldovan. Panta rei, 2013. Cortesía de la artista

PAC – ¿Cuáles son tus técnicas y soportes predilectos? Tus obras poseen un efecto vaporoso y una acentuada sensación háptica, combinando eficazmente el sentido visual con el táctil. Además, me llama la atención cómo apuestas por el dibujo en algunas obras y en otras decides favorecer al color.

Anka Moldovan – Pinto óleo sobre tabla y a veces sobre madera, que me gusta preparar previamente con texturas: ahí nacen mis cuadros. A la hora de aplicar el color, lo hago entremezclando múltiples capas de veladuras, creando así transparencias que dejan entrever las escenas.

Poco a poco, he ido experimentando y aplicando texturas diversas para invitar también al tacto a formar parte de la obra, me gusta crear rugosidades que dejan su huella en el cuadro. Busco provocar aproximarse al cuadro, observarlo con detenimiento e incluso a tocarlo.

Respecto al lápiz, siempre está en los primeros trazos. Es parte del desarrollo. Forma parte del primer apunte que define la composición. Unas veces sobrevive y deja entrever otros aspectos, gestos, detalles, otras se cubre por completo porque ha variado la figura.

Anka Moldovan. Reflejo, s.f. Cortesía de la artista.

AGC: Sabemos que llevas residiendo en España la mayor parte de tu vida, pero tus lazos con el país rumano son inquebrantables. Es tu origen. ¿Qué has hecho para mantener vivo ese vínculo?

Anka Moldovan – Siempre he permanecido en contacto con la cultura rumana a través de viajes, arte y sobre todo gente.

Tanto por la labor social de mis padres, que fueron viviendo la llegada de diferentes olas de inmigración, como mi vida profesional, dedicada en parte a la integración de la población extranjera, me han permitido conocer de cerca historias de sacrificio, esfuerzo, superación y emprendimiento. Siempre me ha parecido admirable la valentía de la gente que toma la decisión de dejar todo atrás, para empezar de cero y dar comienzo una nueva vida en busca de un futuro mejor.

Probablemente esa exploración de nuevas posibilidades, en busca de uno mismo, se haya reflejado de algún modo en mi pintura.

PAC – Has ejercido la política en calidad de diputada, en la Asamblea de Madrid. ¿Por qué tomaste esta decisión?

Anka Moldovan – La vida se encargó de llevarme por caminos que nunca había planeado como es la política.

Ser diputada fue una oportunidad que se me brindó y la acepté con honor y la voluntad de tratar de aportar lo mejor desde mi perspectiva. Me parece importante que desde distintos ámbitos se tome parte en las decisiones políticas y las tribunas no las ocupen solamente los políticos.

Para mi fueron años muy enriquecedores. Tuve la oportunidad de trabajar en asuntos sociales, donde el contacto con la gente más vulnerable me dio la ocasión de ahondar en aquellas facetas más profundas del ser humano y que me han marcado como persona y como pintora. Me gusta la gente, quizás por eso la pinto en sus múltiples facetas, tan diversas como inquietantes.

Anka Moldovan. Isla quebrada, 2021. Cortesía de la artista.

PAC – Actualmente veo que estás consagrada a la pintura en Asturias. ¿Por qué has apostado por crecer exclusivamente en la faceta artística?

Anka Moldovan – Porque era el momento. El trabajo de diputado requiere de mucha responsabilidad y plena dedicación. Durante unos años tuve que abandonar mi trabajo de pintora.

Llegado el momento quise poner un punto y aparte a una etapa, así que dejé la política, me mudé a Salas y rehabilité un antiguo pajar para transformarlo en mi taller y poder dedicarme por completo a la creación artística.

Ahora dispongo de tiempo y espacio para pintar. Aquí en el campo, tengo el silencio, la tranquilidad, tiempo para pensar, para experimentar… Sacar de adentro vivencias y silencios para darles forma.

Además, tengo la suerte de disfrutar de un entorno que de vez en cuando se ve envuelto en nieblas rotas de luz que me resultan muy inspiradoras. Ahora Asturias es mi casa y está en mi pintura.

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