Galería Norte Verde

AUTORÍA INTELECTUAL: ¿estudios, talleres o fábricas de artistas?

La imagen de ese artista bohemio trabajando en soledad con sus manos manchadas de pintura en el estudio es una especie en extinción. Esa idea romántica cada vez está más alejada de la realidad actual. Aunque muchos artistas siguen trabajando en sus estudios creando con sus propias obras, otros muchos cuentan con asistentes, ayudantes o empleados que las hacen por ellos. 

Estudio de Jeff Koons

Grandes figuras del arte contemporáneo cuentan con sofisticados talleres, similares a fábricas de producción, con más de 100 trabajadores a su cargo. Una forma de dar respuesta al voraz apetito de un Mercado del arte globalizado, que necesita obras para exposiciones, ferias, festivales y bienales de todo el mundo. Un modelo de trabajo controvertido, en el que un grupo de artistas que amasan grandes fortunas producen sus obras casi en cadena.

Esto no es nuevo en la Historia del arte, siempre han existido los talleres con ayudantes y discípulos, lo que ocurre es que antes el concepto de autoría era muy diferente al que conocemos en la actualidad. Rubens tenía un taller que fue el más grande de Europa. Con el que podía dar respuesta a la gran demanda de trabajo que tenía, gracias a la colaboración de alrededor de 200 asistentes. Rubens era el creador de conceptos e ideas y sus asistentes eran responsables de la ejecución. Él controlada y planificada todo, funcionando como una pequeña empresa. Por este motivo, muchos grandes museos en todo el mundo diferencian en sus colecciones si sus obras expuestas de maestros antiguos, como Rubens, son de autoría individual o colectiva; clasificadas como piezas de un artista, de su taller o de un artista y su taller. Pero esto no sucede en el arte contemporáneo, donde el artista se ha convertido en una marca independientemente de quien haya ejecutado la obra.

The Factory – Andy Warhol

Sin duda, todo comienza con Andy Warhol, creador The Factory en Manhattan. Un estudio a su imagen y semejanza, forrado de papel aluminio, lleno de actores, músicos, artistas, bailarines, directores de cine… donde realizaba sus serigrafías junto a sus ayudantes. Piezas con el sello de Warhol, un artista icono del Pop Art convertido en la marca que todo el mundo quería tener.  Pronto le seguirán otros alumnos aventajados como Damien Hirst, que cuenta en su estudio con un centenar de empleados que trabajan de modo industrial creando sus obras. Hirst ve el acto creativo como la concepción de la idea, no la ejecución. «Para hacer arte al nivel que yo quiero, tengo que contratar a otras personas. Prada tampoco hace sus prendas, ni Frank Gehry construye sus edificios y nadie los descalifica», «Cuando vendo uno de esos cuadros uso el dinero para pagar a gente que haga más. Ellos lo hacen mejor que yo. Me aburro, me vuelvo impaciente» afirma el artista inglés. 

Jeff Koons en su gigantesco estudio del barrio londinense de Chelsea, cuenta con una legión de asistentes y trabajadores repartidos por diferentes habitaciones. Cada una de estas estancias se dedica a esculturas, pintura, maquetas, futuros proyectos y hasta cuenta con un laboratorio de alta tecnología lleno de gadgets artísticos. En su estudio-taller define a sus trabajadores como los dedos de una mano y afirma que él es el responsable de cada detalle del proceso. 

Takashi Murakami, conocido como el Andy Warhol japonés, dirige la Kaikai Kiki donde produce sus obras. No es una simple factoría como la de Warhol, sino una gigantesca corporación con sedes en Tokio, Nueva York y Los Angeles. En relación al trabajo de sus ayudantes afirmaba: «Es como una película. El director contrata a unos actores. Consigue un cámara, un técnico de iluminación, y después rueda la acción. El director tiene una idea y procura materializarla. El factor más importante es la idea del director. No es necesariamente tan importante que él mismo haga el trabajo de su propia mano». 

Studio Olafur Eliasson

El artista Olafur Eliasson abrió en Berlín el Studio Olafur Eliasson en el que trabaja un equipo de 119 personas. Es una especie de laboratorio experimental donde conviven arquitectos, diseñadores, artesanos, técnicos especializados, ingenieros, historiadores del arte, asistentes, directores de comunicación y hasta cocineros.

En el mundo del arte actual el nivel de implicación de un artista en la producción de sus obras se ha convertido en un juicio difuso. El concepto es el principal valor de la obra, dejando en un segundo lugar la función del artista como artesano, en favor del artista como creador. Afirmando que el arte sucede en la cabeza. Bienvenidos a la “autoría intelectual”.

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